Desde el descubrimiento del arte paleolítico en el siglo XIX, interpretar la función y significado de las primeras expresiones artísticas de la Humanidad, ha preocupado más que profundizar en las razones de las obras de arte de cualquier otra época histórica.
Adentrarnos en el mundo de la interpretación del arte mueble paleolítico, recuerda a la afirmación que en su día hiciera Descartes con su célebre sólo sé que no sé nada, los principales investigadores reconocen que la función y significado de este arte son totalmente desconocidas. Al principio, se pensó que estas obras se hacían sólo por motivos estéticos (el arte por el arte), y aunque nadie niega que las sociedades paleolíticas debieron sentir satisfacción por la belleza, probablemente esto sería secundario, y sin duda este arte disfrutaba de un carácter más práctico que estético. Lo cual tampoco es ajeno a la belleza, pues esta favorece la trascendencia a lo sagrado. Así, sus interpretaciones son múltiples, estas obras, pudieron servir para comunicar aspectos religiosos, mágicos, favorecer la cohesión del grupo, su integración con el territorio y al final su supervivencia, y porqué no, responder también al placer estético (Acanfora, 1960; Sanchidrián, 2001). No se puede ser más general, sí podemos precisar, pero estas precisiones formuladas en forma de hipótesis carecen, habitualmente, de pruebas sólidas.
Hoy en día existen numerosos intentos de interpretar estas manifestaciones artísticas, casi todo ha sido ya propuesto, pero la mayoría de las deducciones sobre el significado de estos objetos deben todavía ser contrastadas y sólo alcanzan la categoría de hipótesis de trabajo, por lo que resultan poco convincentes. Esto es así porque interpretar el arte paleolítico resulta una tarea absolutamente subjetiva y generalmente indemostrable, podemos averiguar parcialmente las funciones de algunas piezas mediante estudios avanzados de traceología y aplicación de técnicas de microscopía, pero nunca podremos conocer las motivaciones que empujaron al hombre paleolítico a crear este arte, cualquier valoración del mismo será sesgada por connotaciones culturales de las cuales somos herederos. A estas dificultades debemos sumar la limitación del registro arqueológico, que nunca será completo y por lo que nos faltarán piezas clave que nos permitan reconstruir la variedad del arte mueble, algunas fundamentales para averiguar su significado.
Afortunadamente la investigación del arte paleolítico, está de acuerdo en aceptar el arte mueble como parte de la cultura que los creó, con el sentido y funcionalidad propia para las sociedades a las que iban dirigidos; el arte mobiliar lleva consigo parte del saber y de las creencias de la sociedad a la que pertenece (Taborin, 1996). En otras palabras, debemos interpretar el arte mueble como el producto más elaborado de la sociedad que lo crea.